Thursday, March 02, 2006

Sala de Daniel

Desde Noviembre del año pasado y hasta finales de Marzo de éste es la epoca de lluvias en Zambia y, aunque en Lusaka no llueve tanto como en otras regiones, hay ocasiones en que por el puro calor que se siente en el dia uno sabe que en la tarde-noche lloverá muy fuerte. Así sucedió el domingo pasado, el calor que se sentia en el dia era simplemente, en algunos momentos, insoportable, un calor humedo, bochornoso y sobre todo abrasador y sino fuera por la brisa fresca que de repente lo golpea a uno de frente, no sería agradable el caminar por las calles de Lusaka. Así pues, en la noche del domingo a lunes, como pronosticado, comenzo a llover torrencialmente. La lluvia comenzó a caer más o menos a partir de las 2.00 de la mañana y continuó hasta las 7.00.

Todos los lunes, Daniel llega a las 6.00am para ayudarnos a realizar los labores de la casa, principalmente, trapear, limpiar el garage y lavar los trastes. Nos ayuda lunes, miercoles y viernes de 6.00am a 8.00am que yo tengo que partir al trabajo, asi que el que él llegue puntualmente a las 6.00am es muy importante, ya que de otra manera no le da tiempo de terminar.

Debido a lo fuerte de la lluvia y a lo debil de mi sueño, varias veces en la noche me desperté al escuchar los ensordecedores truenos que segían a los luminosos relampagos que caian. Al final, como a las 4.30am, después de volver a despertarme, no pude seguir durmiendo y no me quedó otra alternativa que escuchar el caer de la lluvia, asi como tambien el fuerte ruido de los arboles con el viento. Es en esos momentos en los que uno no puede dejar de pensar mil y un cosas, recuerda uno vivencias pasadas, momentos tristes, momentos alegres, se preocupa uno por su presente y más que nada por el porvenir, que deparará el futuro? que retos tendré que soportar? será acaso que estoy haciendo lo correcto?, en fin, dentro de todos esos pensamientos aleatorios y sin direccion, de repente me acordé que Daniel tenía que venir a ayudarnos e, inmediatamente, pensé que llegaría tarde o no vendría a trabajar.

Por lo poco que se acerca del lugar en donde vive y haciendo una analogía con lo que conozco de Lusaka, estaba seguro que todo el trayecto debería estar inundado, lleno de lodo y sobre todo peligroso para caminar, agregando a eso, lo incomodo de tener que caminar bajo la lluvia y más aún, imaginen andar en bicicleta! ya que Daniel vive tan lejos que debe usar su bicicleta para llegar más rápido. Eso pensaba, cuando la alarma del reloj sonó, indicando que faltaban sólo 5 minutos para que Daniel llegara, Faby se despertó y le comenté inmediatamente lo que pensaba de Daniel, ella coincidio conmigo. Pero asombrosamente, como reloj, a las 6.00am sonó nuestro timbre, una vez más, Daniel cumplia con su trabajo, ahi estaba a las 6.00am, todo empapado y, como siempre, con una gran sonrisa en la boca y riendose del aguacero, tomando todo con alegria y no quejandose de nada.

En ocasiones, creo yo, uno simplemente esta buscando el pretexto para ayudar a una persona, para mi, ese fue el detonante para ayudar nuevamente a Daniel. Siempre he pensado que se debe de ayudar a la gente trabajadora, sencilla y honesta, y Daniel definitivamente es una persona con todas esas caracteristicas, ademas de que siento un gran aprecio hacia el.

Asi pues, en ese mismo instante comencé a pensar en la mejor forma para ayudar a Daniel, e inmediatamente pensé en preguntarle si es que tenía estufa para cocinar. Así lo hice y Daniel me contestó lo que yo ya pensaba, que no tenia estufa y que cocinaba con carbón. Asi pues, le dije que Fabiola y yo, después de haberlo pensando mucho, habiamos decidido comprarle una estufa o en si algo que fuera de utilidad para el, pero que no excediera de 1,000,000 de kwachas ( alrededor de 300usd ). Daniel, como bien es su costumbre, agradeció alegremente y me prometió que en la semana iría a ver los precios de estufas que no rebasaran el rango que yo le había dicho.

Dos dias despues Daniel, sorpresivamente, me hizo una visita a mi oficina y cuando comenzamos a platicar me comentó que despues de haberlo pensado el preferiría en lugar de una estufa una pequeña sala ya que no tenia en su casa ningún lugar para sentarse. Obviamente, mi respuesta fue que tanto Fabiola como yo queriamos ayudarle con algo que le sirviera e hiciera falta y que si el prefería comprar una sala nosotros lo apoyabamos siempre y cuando no excediera el precio. Y así fue, al siguiente viernes, Daniel llegó a nuestra casa a las 14:00 para de ahi dirijirnos hacia el lugar que el conocia en donde se fabrican muebles locales. Mientras ibamos en el taxi, comenzó a caer un aguacero de diluvio, un aguacero que dificilmente permitia ver a 5 metros de distancia y cuando finalmente llegamos al lugar, varias personas se arremolinaron en el carro y nos pidieron el paraguas para asi ayudarnos a bajar.

Fabiola les entregó el paraguas y la ayudaron a salir del carro para después comenzar a caminar hacia la parte en donde estaban los muebles, por mi parte, yo caminé junto a otra persona con otro paraguas y podia, por lo tanto, darme cuenta que la persona que se suponia tenía que cubrir a Faby con el paraguas unicamente se cubria a el y dejaba que toda la lluvia empapara a Faby de la espalda hacia abajo, algo que debo aceptar, me dio muchisima risa. En verdad esa escena es un cuadro completo para describir, un cuadro enmarcado por una lluvia torrencial y por una confusión que se creaba por tanta gente arremolinada alrededor del carro, todo mundo peleandose por obtener el paraguas de Fabiola mientras ella intentaba bajarse del taxi, lo cual en un inicio hace pensar que se peleaban por obtener al cliente y, obvio!!!, por protegerlo del agua. Segundos después, más adelante, todo mundo corriendo hacia el paraguas, arremolinandose adentro de el y Faby mojandose completamente, todos gritando y tratandose de arrebatar el paraguas, como niños en medio de un aguacero, brincando los charcos, empujandose y haciendo todo MENOS cubriendo al dueño de la sombrilla. En fin, creo a Faby en un inicio le molestó un poco la situación, pero después hasta ella misma se reia de lo sucedido, lo cual hasta el momento cada vez que lo recordamos volvemos a reirnos de lo sucedido.

Las salas, y en si los muebles que venden estas personas, los tienen guardados adentro de unos cuartos obscuros, medio malolientes y llenos de moscos. Ahí, todos amontonados, mojados y empujandose unos a otros Daniel decidia que sala comprar y al no encontrar nada que lo convenciera se lo llevaron a otro cuarto enfrente para que viera otros modelos. Finalmente regresó y me comentó que habia ya decidido cual adquirir, lo acompañé, la vimos y comenzó el regateo, el cual valió para que Daniel, además de su sala, se pudiera comprar una pequeña mesita rectangular para el centro.

En definitiva fue toda una experiencia el haber acompañado a Daniel para comprar su sala, en primer lugar por la gran satisfacción que se siente cuando se ayuda a la gente y, sobre todo, sentir la alegria que se genera en esa persona... todavia recuerdo la cara de felicidad que Daniel tenia cuando ibamos en el taxi, simplemente no la podia ocultar y eso es algo que tanto a Faby como a mi nos llena de alegria

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